La escuela de la vida
me ha enseñado, mientras observo desde mi ventana, que los celópatas son seres
que se sienten tan ínfimos, mediocres y perdedores frente a sus parejas que lo
único que les queda es atosigarlas a tal punto que se convierten en poderosos
pequeños monstruos que hacen que sus parejas respiren sólo por misericordia de
Dios. Sin embargo, estos seres no reconocen la situación en que se encuentran
porque se sienten perfectos. Sin mancha y sin deuda frente a la vida.
Entonces, insisto en que estos celópatas que, en su
ensoñación, quieren obligar a sus parejas a quererlos simplemente porque se casaron; tratando, creo
yo, de llenar vacíos que generalmente dejaron sus madres cuando chicos de afectos
y atención debida…pasan todo pecado o toda culpa a sus respectivas
parejas porque ven en ellas a las madres ausentes o a las madres pecadoras
según sus visiones egoístas…
¡Pobres seres solitarios!, ya nos los quieren y no pueden
ver las razones. Es que ellos se ven tan
únicos que no aceptan que el amor por ellos se acabó. Cuando sólo deberían
agradecer todo lo bueno que le dieron y caminar hacia nuevos rumbos. Pequeños
mundos ególatras que se creen perfectos y llenos de valores, sin ni un defecto.
Mirarse en el espejo de vez en cuando y
hablarse con la verdad de uno hacia uno, hace bien. Limpia. Se puede
respirar y se puede dejar respirar al otro que la ceguera no deja ver que se
ahoga.