El giro de la manivela desteñida, fría, clava el
silencio en el alma
se enredan las emociones y ya nada vuelve a ser lo
mismo,
oscurecen hasta las sombras en el dintel de las
esperanzas,
nada puede cambiar lo dicho con odio, lo hecho con
rencor ,
lo maltratado, lo
herido, lo quemado y lapidado.
Quién podría dibujar de nuevo sonrisas sobre
laberintos escamosos,
magullados, dolidos, temblorosos…
Los egos comen como termitas las horas y desatornillan,
del centro del alma, los sentimientos que antes
anidaban
en el corazón…
Los recuerdos huérfanos martillan las mañanas
lluviosas,
la distancia, sin el milagro del amor que unió,
ahora se hace gigante y crea abismos insondables…
Nada justifica una mano levantada hacia ti mujer
hermana,
soñadora, hermana de caminos vividos en las
constelaciones
de las horas
taladradas a fuego,
de palabras martilladas
en los tímpanos de los oídos del alma,
nada justifica el quemar alas de las mariposas que
quieren volar,
sentenciar cadenas, cortar el aire de pulmones llenos
de vida
que entregan savia en todos los poros del cuerpo…
No masculles desconsuelo levanta tu vuelo y vive envuelta
de la luz que habita en tu alma.
Eloísa Echeverría.